Muchos jóvenes creen que un cambio en cosas como educación o política, mejorará hasta que pasen muchas generaciones… Es decir, estamos jodidos y no podemos hacer nada para cambiar nuestro mundo, pero encontré indicios de que sí podemos.
Empecemos por el hecho de que no tenemos que cambiar todo el mundo, comencemos por nuestra ciudad. Tenemos que utilizar la técnica de las pinzas, y usaré la educación cómo ejemplo: la primera parte de la pinza es hacer cambios en la forma en la que actuamos, por ejemplo, los maestros, la forma en la que dan clases; y la segunda parte es cambiar las leyes. Pero no es tan imposible como crees.
Las leyes, esas las crean y modifican los diputados, y no los presidentes o gobernadores. Los diputados son personas normales como tú y yo, que vienen de la misma ciudad. Y la descripción de su puesto literalmente es: conocer los problemas de la gente para crear, modificar o eliminar leyes que nos ayuden a vivir mejor. Así que no tenemos que obligarlos, es su trabajo.
En Realidad, lo que me da más esperanza es que ya han habido varios casos en los que ciudadanos crean leyes, como la ley Olimpia, que sucedió en Puebla, o la ley 3 de 3, que sucedió en Mérida; ciudadanos normales que se pusieron de acuerdo en redes sociales, se acercaron a los diputados y entre todos cambiaron las cosas.
¿Aún sigues creyendo que es imposible que nuestra generación pueda cambiar las cosas?
Opinión de Edgar Solórzano.
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